La pulsión por las renovables empieza a trasladarse de la producción al consumo. Las campañas para comercializar electricidad verde comienzan a calar entre los particulares, las empresas (que la utilizan en sus políticas de responsabilidad social) y también en los Ayuntamientos, diez años después de ponerse en marcha. Según Acciona, empresa generadora que solo suministra energía limpia en España, “estos contratos sumaron en 2017 el 30,4% de la producción eléctrica total y el 70,7% de la generación de fuentes renovables”. Y se ha multiplicado en los últimos años. “Los consumidores finales han solicitado la certificación de electricidad limpia por valor de 32 teravatios/hora (TWh) en 2017 frente a los 8,5 TWh que demandaban en 2010”, sostiene Iberdrola.
“La gente toma conciencia del cambio climático y cada día son más los que exigen energía verde”, apoya la ANAE (Asociación Nacional de Ahorro y Eficiencia Energética). La lista de Ayuntamientos que se han subido al tren se alarga: Barcelona, Málaga, Cádiz, Castellón… “Quien más tira de la electricidad verde”, reconoce Emilio Rousaud, director general de Factor Energía, otra comercializadora, “son las administraciones. En los contratos públicos se suele exigir que al menos el 30% del suministro sea de renovables”.